Juan María Bordaberry fue un dictador que sumió a Uruguay en la peor de las noches y nunca se arrepintió de lo que hizo. Nunca se arrepintió de las muertes que causó, ni de los miles de uruguayos que fueron a parar a las cárceles y que fueron torurados ni de haber contribuido a dividir a la sociedad uruguaya. Merece, por tanto, el mayor de los repudios, sin duda, sin ninguna duda.
Uno de sus hijos se llama Pedro. Durante el gobierno de Jorge Batlle, que acaba de terminar, fue ministro de Turismo y en ese cargo llevó adelante una gestión por demas encomiable, aspecto éste reconocido por todos; tirios y troyanos. Pero claro, carga con un apellido que para nada lo favorece y menos en la actividad política a la que se ha dedicado en los últimos cinco años.Pedro Bordaberry es abogado e integró uno de los bufetes más importantes de Montevideo. Es, sin duda un hombre de derecha, un liberal. Recientemente ha sido nominado por todo el Partido Colorado como candidato a la comuna de Montevideo, un desafío en el que sabe que desde el pique tiene sus grandes problemas; por un lado que no va a poder con el candidato de la izquierda, el científico Ricardo Ehrlich, quien sin hacer campaña tiene como piso un 50% de adhesión popular y por otro lado, que debe remontar una votación histórica por lo baja en su partido, que está sumido en la peor de las crisis que se le conoce desde su fundación, estando casi al borde la extinción.
Sin embargo, Pedro Bordaberry, hoy, según las encuentas tiene más votos que los que consiguió su partido en la elecciones del mes de octubre pasado.
Así, en su carácter de candidato, Pedro Bordaberry fue invitado por la dirección del sindicato de los municipales a visitar la sede para discutir el relacionamiento futuro en caso de ser el nuevo intendente de Montevideo.La cosa es que Bordaberry se encontró con un sorpresivo cartel: 'Pedro, no sos bienvenido' y a continuación se detallaban las razones. Entre ellas, se le recordaba que es hijo de un dictador, así como los "50.000 perseguidos, 5.000 presos y 150 perseguidos" durante la dictadura. La leyenda estaba firmada por la Agrupación 307, la lista del presidente del sindicato, Aníbal Varela. Lo insólito de la situación llamó la atención de los cronistas presentes, máxime teniendo en cuenta que Bordaberry fue invitado por la directiva de Adeom. La confusión inicial dio paso a momentos de tensión cuando la secretaria general de Adeom, Mabel Lolo, momentos antes de la llegada de Bordaberry, bajó hasta la puerta y notó la presencia del cartel. En la propia vereda, Lolo le increpó a Varela su actitud. El gremialista dijo que si bien la directiva de Adeom había decidido mantener una ronda de contactos con todos los candidatos a la comuna capitalina, la resolución fue anterior a la designación de Bordaberry. Finalmente, el presidente del sindicato no participó de la reunión.
A la salida de la reunión varios colegas le preguntaron a Pedro Bordaberry qué opinión le merecía el cartel. Políticamente correcto, respondió: "No me esperaba este cartel, pero siempre busco las cosas buenas. Lo bueno que en el Uruguay la gente se pueda expresar en forma libre. Creo que es una cosa muy buena y la libertad se manifiesta no sólo cuando se ponen carteles a favor". Pero la espontánea rueda de prensa tuvo un giro inesperado cuando una colega de televisión le preguntó si no va a juzgar a su padre por lo que justamenmte decía el cartel. Ya no tan políticamente correcto y visiblemente molesto, Bordaberry dijo que "públicamente no voy a juzgar a mi padre". Otro colega periodista le pidió explicaciones de por qué entonces había acompañado a su padre al Juzgado cuando debió responder acusado de violar la Constitución de la República en 1973 y si no creía que la gente quería saber su posición con respecto al golpe de Estado. La respuesta de Bordaberry fue otra vez políticamente correcta y clara: "Yo creo que la gente quiere saber mis propuestas municipales, que es lo que vinimos a conversar con la gente de Adeom. Este tema lo he hablado muchas veces y creí que después de cinco años estaba aclarado. Yo tengo mi opinión, tengo mis convicciones. Sobre eso contesto lo que quieran".
Hasta aquí los hechos que merecen algunas puntualizaciones. Bordaberry, Pedro, no es responsable por lo que hizo su padre Juan María y por lo tanto no se lo debe juzgar por ello. En todo caso se lo debe juzgar por sus actos y en ese sentido fue claro al decir que tiene sus convicciones democráticas de las que no hay nada para dudar. Eso sí, punto dos, hizo mal en acompañar a su padre al juzgado. No es hora de juzgar su amor a su padre, pero debe reconocer, Pedro Bordaberry que se equivocó, porque por sobre todas las cosas acompañó al dictador. Pedro Bordaberry era ministro y esa concurrencia suya al juzgado tuvo todo el peso que implica ser parte de un gobierno democrático y confundió. Si como dice Pedro Bordaberry que no va a juzgar públicamente a su padre, lo cierto es que lo apoyó públicamente con su mera presencia en el juzgado. Hubiera sido mucho mejor darle un abrazo en su casa decirle: "viejo que tengas suerte pero debes saber que no puedo acompañarte" y quedaba saldado el tema.
De todos modos, lo hecho por el presidente de Adeom es inexcusable. A nadie se lo invita a su casa para decirle luego que no es bienvenido y Bordaberry, Pedro, no tiene porqué seguir respondiendo por lo que hizo su padre, Juan María.
miércoles, marzo 30, 2005
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