miércoles, marzo 30, 2005
Debaten qué hacer para "preservar" la imagen del Papa Juan Pablo II
Después de la dramática aparición del domingo de Pascua, cuando todo el mundo vio la imagen desgarradora de un Papa que lucha consigo mismo para intentar hablarles a sus fieles, pero que no puede,ya no se abrieron más las cortinas de la ventana de su estudio del Palacio Apostólico. Esto confirmó que en el Vaticano, donde se vive hora por hora, minuto a minuto, esta etapa de final de pontificado, hoy más que nunca reina el dilema sobre si debe mostrarse al mundo el sufriente Karol Wojtyla, ícono del dolor, o no. Centenares de peregrinos que se reunieron debajo de la ventana papal, en la Plaza de San Pedro, con la esperanza de ver salir al enfermo Pontífice para la oración del Regina Coeli que le sigue al domingo de Pascua, se quedaron totalmente decepcionados. El Papa no se asomó. “Reposo absoluto”, le habrían ordenado los médicos. Lo cierto es que si el Papa aparece en público y sucede como el domingo, que pese a que se le colocó un micrófono sólo pudo emitir un sonido gutural, ostentando un aspecto terriblemente sufriente tanto a nivel físico como psicológico, el efecto es negativo. Entre la gente de la calle, pero sobre todo dentro de Iglesia católica, la pregunta es cómo puede gobernar alguien en semejante estado. En el caso contrario, es decir, si el Papa no aparece en público por varios días o semanas, el efecto también es negativo. Después de un pontificado que se caracterizó por una virtual "perestroika", ya que nunca hubo tanta transparencia y apertura a los medios como con Karol Wojtyla, un hombre que nunca intentó esconder su sufrimiento, todo el mundo pasaría a sospechar que el Vaticano está ocultando la agonía del Papa. Algo que generaría la misma pregunta: si el Papa no aparece porque se está muriendo, ¿quién está gobernando la Iglesia? Este dilema es uno de los tantos que reinan hoy en el Oltretevere, donde se vive al día y donde todo depende de la evolución del delicadísimo estado de salud de Juan Pablo II, un hombre extremadamente debilitado, de casi 85 años, con un mal de Parkinson que avanza progresivamente y que fue sometido el 24 de febrero pasado a una traqueotomía para respirar mejor, la cual le causa serios problemas de alimentación, de deglución y de habla. ¿Mostrarlo o no mostrarlo en público? Mientras que algunos en el Vaticano prefieren que el Papa siga estando visible, para que pueda verse que sigue al frente de la Santa Sede -una monarquía absoluta, por lo que en teoría el poder es ejercido sólo por él-, otros creen que sus apariciones deben limitarse, sobre todo si en éstas al Papa se lo ve en condiciones alarmantes, como sucedió últimamente. Por ejemplo, el jueves 17 de marzo, cuando se conectó en videoconferencia desde su departamento del Vaticano con jóvenes reunidos en la basílica de San Juan de Letrán, los técnicos del Centro Televisivo Vaticano (CTV) debieron cortar tres veces la conexión porque el Papa no podía controlar sus gestos de dolor. Es sabido que esa videoconferencia, que reflejó a las claras que el Papa, que el 13 de marzo había salido de su segunda internación en el Policlínico Gemelli, estaba muy lejos de completar su convalecencia, fue criticada por cardenales, purpurados que, otra vez ayer, según afirmó RAI 3, volvieron a plantear esta delicadísima cuestión a los colaboradores más estrechos del Papa, al pedirles "adoptar una actitud más sobria hacia su imagen". Un arma de doble filo Por lo pronto, el viernes último, Viernes Santo, en el Vaticano -donde desde las dos hospitalizaciones se evitan los primeros planos del Santo Padre-, pareció imponerse esta línea. Durante el primer Vía Crucis en el Coliseo sin Juan Pablo II, en efecto, el CTV mostró imágenes del Papa que, de espaldas, miraba por televisión la procesión desde su capilla privada. Resultó, en realidad, un arma de doble filo, porque la falta de imágenes de frente de un Pontífice que nunca tuvo problemas en ostentar su deterioro físico creó más inquietud y especulaciones de todo tipo. Algunos interpretaron que no se lo mostró de frente porque se le estaba dando oxígeno. Otros hasta se animaron a decir que no se trataba del Papa, sino de un doble... "Si él pudiera, estaría siempre asomado a la ventana, junto al mundo. No es cuestión de si lo muestran o no: es el Papa el que insiste en tener contacto con la gente, algo que demostró en los más de 150 días que pasó en el hospital desde que fue electo sucesor de Pedro, cuando siempre quiso aparecer en público. Es su estilo, y estar en contacto con la gente le da energía, nuevas fuerzas", explicó un experto en temas vaticanos . "La gran lucha es entre él, que quiere salir de la burbuja aséptica en la que se encuentra, porque no quiere ser un paciente que espera la muerte en su cama, y los médicos, que intentan frenarlo para que no corra riesgos de infecciones, fatales en su estado. No es una situación fácil para los médicos, que deben enfrentarse con el paciente con perfil más alto del mundo", agregó. En el ocaso de un pontificado extraordinario, los analistas coinciden en que son cuatro las personas que, aun con roces y grandes tensiones, mandan en el Vaticano. Primero, don Estanislao, el secretario privado de Juan Pablo II, un hombre que en los últimos años de parcial incapacidad de Karol Wojtyla se fue posicionando como una de las figuras con más poder de decisión en el Vaticano. Nunca en la historia de la Iglesia un secretario papal, en efecto, tuvo tanto poder como don Estanislao, destacan los expertos, que indican que también al final de los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI hubo roces entre sus secretarios privados, y el secretario de Estado, es decir, el número dos del Vaticano.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)

No hay comentarios.:
Publicar un comentario