A Uruguay le llegó su propio Cromagnon. En Young, con la muerte de ocho personas mientras se grababa un programa de televisión, se vivió, a la escala uruguaya, una tragedia similar a la de la discoteca argentina República de Cromagnon. Pasada la primera impresión por el suceso y cuando ahora se puede pensar con la cabeza más fría, las preguntas se agolpan y no hay muchas respuestas para encontrar explicaciones a una tragedia que le llevará a la gente de Young un buen tiempo para despegarse de ella.
El director del hospital de Young, Juan Pablo Appolonia, y el juez Mario Suárez coincidieron en que el entusiasmo de la gente por colaborar en una tarea solidaria desbordó las previsiones y terminó en una tragedia.
"Lo que pasó tiene una explicación y tal vez forma parte de eso tan irracional que es el entusiasmo que se contagia cuando estamos todos juntos por un esfuerzo común", dijo Appolonia al informativo de canal 10 el mismo día del hecho.
Esa misma jornada y aun shockeado por el episodio, el juez letrado de Young, Mario Suárez, manifestó que se trató de personas que fallecieron "en pro del trabajo solidario y alegre; así se vivía en Young, en procura de lograr una ansiada meta: mejorar la prestación de servicios del hospital. Fue un accidente, de eso no hay dudas", prejuzgó el magistrado cuando comentó el hecho ante las cámaras del propio canal 10, y antes de iniciar la instrucción del accidente.
La tragedia se produjo por "un exceso de amor", evaluó el cura párroco de Young, Fernando Pigurina, al intentar, en las primeras horas, explicar las causas de la trágica muerte de 8 personas. Otros dicen que las víctimas fueron "mártires por la solidaridad", que dejaron la vida en su afán de ayudar al hospital local. Se habló también de muertes absurdas, como si hubiera muertes racionales.
Pero no alcanza con hablar de tragedia, de accidente. Para explicar las muertes es necesario que se identifique a los responsables, no con ánimo punitivo sino como una necesidad de aclarar lo confuso, lo oscuro y para evitar que, una vez más, se extienda un manto de silencio por el mero hecho de que lo sucedido era para una noble causa como lo es juntar dinero para equipar el "desequipado" hospital público de Young.
Que haya estado presente todo el pueblo en la fatídica tarde del viernes 17 no exime de responsabilidades a nadie. En Young, como ocurrió en Cromagnon, no se dieron las garantías que se reclaman cuando hay de por medio multitudes ansiosas e inexperientes, fenómeno este que no surge por generación espontánea sino incentivado muchas veces mediáticamente.
El Uruguay vive como algo normal, y desde hace muchos años, la recolección de dinero entre privados para paliar las carencias de tal o cual institución pública bajo el rótulo de la responsabilidad social de las empresas, cuando en puridad eso también significa un rédito en imagen para quienes actúan así.
Programas de televisión, moneditas en los supermercados, mac días felices, teletones u otras formas de recolección de dinero han acostumbrado a los uruguayos a sobrevivir de la caridad.
"Desafío al corazón", el programa de canal 10, está en esa línea, bordeando el reality show, y surgió como una alternativa válida para que las instituciones necesitadas de recursos acudan al mismo en procura de sensibilizar a la sociedad para, a través de juegos inocentes, de desafíos, se logre el objetivo buscado, esto es, un monto de dinero que permita seguir funcionando o cubrir alguna carencia.
Pero por más caridad que sea, en un caso como el previsto por el programa de marras, se debía haber creado las condiciones necesarias para dar seguridad a los participantes.
No se trata de salir a pedir cabezas, aunque es deseable una prolija y meditada investigación judicial. Y tomo prestado una frase de Xabier:"tal vez no haya culpables directos y todo sea una desgraciada cadena de actos fallidos e impredecibles, pero al menos se debe trabajar para que se pueda elaborar una política de prevención y de seguridad civil en éste y tantos otros acontecimientos".
Lo que es seguro y valga la redundancia, es que la actividad programada en Young carecía de seguro del Banco de Seguros. Una primera constatación es que la Intendencia o la propia AFE no debieron haber auspiciado este evento sin un seguro de responsabilidad civil. Al sector público le está vedado auspiciar cualquier actividad sin el imprescindible seguro del Banco de Seguros.
Un seguro de responsabilidad civil para un evento de esta naturaleza es necesario y de sentido común y aquí comenzó a fallar justo ese sentido, porque si hay un accidente, como lo hubo, se indemniza a las víctimas pero, sobretodo, como quedó demostrado en este caso, si el evento a realizar implica riesgos, no se otorga el seguro. Al calcular el riesgo, cualquier compañía envía un técnico y advierte sobre los mismos, se toman medidas que pueden transformar un hecho peligroso en no peligroso. De lo que no hay dudas es que en las condiciones en que se realizó el juego, éste no era seguro y como tal no debió haberse autorizado a realizar por más noble que fuera la causa y por más rating que produjera. Por lo pronto, cuando un tren echa a andar no puede haber gente en el andén, entonces pensar en que el objetivo sea que el tren circule con multitudes alrededor, adelante y atrás, parece un ser un camino al desastre.
Hablar, entonces, de este episodio de dolor y solidaridad y no hablar de responsabilidades y buscar, por cualquier medio, salirse de ellas no parece ser muy solidario o al menos muy "uruguayo". Hay ocho personas que ya no están y cuya memoria reclama junto con una sociedad que otra vez no se eludan las responsabilidades y que se lucre con sus necesidades.
jueves, marzo 23, 2006
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