Esta es la ponencia que presenté en la Conferencia/Panel: “La Responsabilidad de los Medios ante la Sociedad – Capítulo Prensa” organizada por Deres. Compartí el panel con los colegas Claudio Romanoff de Ultimas Noticias, Gabriel Pereyra de El Observador y Enrique Echevarren de El País. La actividad fue moderada por el periodista Alvaro Amoretti.
Esta es fue mi presentación.
Señoras y señores.
Señores directivos de Deres.
Colegas, amigos.
En primer lugar, quisiera resaltar la actitud de la directiva de Deres por interesarse por el tema del periodismo; pero por sobre todas las cosas por dar tribuna a todos sin excepción. Este hecho, que debería ser normal, no lo es sin embargo en nuestro país, por lo que el mismo merece ser destacado.
Antes de entrar en tema debo hacer además una aclaración que estimo pertinente: en esta mesa estoy como periodista, actualmente trabajando como Secretario de Redacción en el diario LA REPUBLICA, pero como ustedes sabrán, ésta es, como dice un estimado colega, una profesión de alta rotatividad, por lo que todas mis expresiones, en el acierto o en el error, me comprometen a mí y solo a mí.
Aclaro también y por las dudas, para evitar suspicacias de cualquier tipo, que respondo por mis acciones y por mis dichos, pero no por los de terceros.
Hechas estas aclaraciones, que me parecen de orden, vamos al tema que nos convoca.
Esta conferencia/panel lleva como titulo “La Responsabilidad de los Medios ante la Sociedad, capítulo prensa”.
Me cuestionaba anoche, una y otra vez, mientras culminaba esta exposición, que si vamos a hablar sobre la responsabilidad social de los medios, entonces acá hay una confusion porque no nos tendrían que haber invitado a quienes estamos aquí sentados. Nosotros somos periodistas y no dueños de los medios, por lo tanto, nosotros, los periodistas, nos nos hacemos, no podemos hacernos responsables del uso que le puedan dar los dueños de los medios justamente a esos medios.
Ahora, si la convocatoria es a hablar sobre la reponsabilidad social de los periodistas entonces sí, quienes estamos aquí podemos dar algunas pistas, plantear interrogantes y dudas, porque de eso se trata el periodismo y quizás nunca certezas. Las certezas las dan los documentos, las fórmulas matemáticas. Los periodistas preguntamos, dudamos, siempre dudamos.
Entonces, ¿responsabilidad social de los periodistas? Sí ¿por qué no? y para ello les voy a contar un caso.
Vengo de Alemania, he estado durante dos semanas visitando justamente medios de comunciación en ese país.
La semana pasada, ¿saben cuál era el tema más polémico en la prensa alemana más leída, esto es el sensacionalista diario Bild? Usteden dirán: el cambio de canciller, las negociaciones para ver si la señora Merkel asume la jefatura de gobierno o si Shöereder se va. Pues no.
El tema de tapa de Bild y sobre el que habló gran parte de los alemanes fue el descontrol de un rockero que mostró su pene ante las cámaras de televisión en el programa más visto de un canal privado.
Claro que Alemania no es solo Bild, es más, Bild desde mi punto de vista no es el mejor ejemplo de una prensa seria y con responsabilidad social, es simplemente basura, pero es el diario más leído en toda Europa, con casi 4 millones de ejemplares diarios y el sexto en el mundo.
¿Saben cuál es uno de los diarios más serios de Alemania? El Die Welt, fundado en 1946 por las fuerzas de ocupación británica y que vende algo más de 200 mil ejemplares.
Bild y Die Welt son como el agua y el aceite, pero los dos diarios son editados por el mismo grupo editorial: Axel Springer. ¿Responsabilidad social? No sé, me lo he preguntado varias veces.
No tengo la respuesta, porque es claro que uno, el Bild, financia al otro, al Die Welt. Y entonces, ¿qué hacemos?, si cerramos al Bild el Die Welt seguramente no será lo mismo. Y, ¿qué es lo más importante? No tengo la respuesta.
Ahora, si me preguntan a mi, como periodista, ¿dónde está nuestra responsabilidad social? Para eso sí tengo la respuesta y no tengo dudas: nuestra responsabilidad es con la verdad, nuestro desafío es la verdad. En la época de nuestros padres y abuelos - yo ya tengo 49 años- la gente cuando discutía sobre un tema decía: “es verdad lo leí en un diario” y ahí se acababa la discusión. Hoy eso no lo tengo tan claro. Muchos medios, muchos periodistas, han perdido credibilidad y no solo en el Uruguay; han cedido ante el poder cualquiera este sea (el poder político, sindical, religioso o hasta el poder que genera la fugacidad, la necesidad de estar, de ser estrella, de la fama) y cuando eso ocurre, se pierde todo. Y hay muchas maneras de perder la credibilidad, desde prestarse a hacer campañas u operaciones políticas, contrabandeando versiones no constrastadas, falsedades que desinforman e intoxican la información, hasta dejarse llevar por la facilidad del comunicado de prensa, nada independiente y seguramente sesgado e intencionado, de un relacionanista público.
La caída de la credibilidad en la prensa se ha dado también entre otras cosas por el ejercicio de la mentira y el engaño, por los plagios. Hoy los periodistas no somos tales, somos “googlistas”. Es muy fácil buscar en Google. Los periodistas nos estamos suicidando con el “copy y paste”. Y plagiar parece que ya no es un delito, al contrario, quien plagia es estrella. Y en nuestro país hay demasiados periodistas “Bucay-copy-paste”.
El compromiso de un periodista es con la verdad, y su mayor desafio es la independencia. Pero, saben que pasa, no se puede ser independiente sin respaldo económico. Simon Kelner, editor general de The Independent dijo en un seminario organizado por el diario Clarin por su 60 aniversario que “ser pobre e independiente es casi una imposibilidad”. Y vaya si lo es. Lo he experimentado en carne propia.
Kelner relató una anécdota que ilustra sobre la independencia de su publicación y la relación de los periodistas con el medio. Contó que hace dos años Tony Blair fue invitado a almorzar al periódico. Fue recibido por directivos y un puñado de periodistas. En un momento Blair llamó a levantar la mano a los que estaban a favor y en contra de la guerra. Los periodistas votaron en contra; los directivos a favor. A pesar de esas opiniones, The Independent mantuvo su independencia ante la presión del gobierno, como de sus propios propietarios y también de los anunciantes que retiraron avisos por la cobertura que se le dio a la guerra.
Este conflicto: inpendencia-respaldo económico se remonta a los orígenes de este oficio y está sintetizado en las palabras de dos ex "magnates" de la prensa del norte. El norteamericano Randolph Hearst -inmortalizado por Orson Welles en su Charles Foster Kane de "El ciudadano"- lo definió así: "noticias es eso que va entre los anuncios". Un inglés y menos famoso Lord Northcliffe dijo que "noticia es aquello que alguien quiere ocultar; lo demás es publicidad".
Como periodista profesional no tengo dudas en sumarme al postulado del inglés. Pero soy consciente que raras veces podemos elegir. En todo caso es una mezcla de ambas concepciones. Sin avisos no puede haber prensa y sin noticias no hay avisos. De todos modos sigue siendo importante que en esas noticias que van entre los avisos haya algo de devele lo oculto, que moleste.
Y para hacerlo hay que lidiar todos los días con las zancadillas que nos hacen, evitar las palmadas en los hombros o las lisonjas fáciles en procura de una cita y una fotito en el periódico.
Que el poder presione es natural. El poder quiere propaganda, no quiere periodismo. Este conflicto está en la esencia misma del vínculo poder y medios. El problema, creo, está en otro lado y es el que surge de la concentración de capitales cuando detrás de los grupos de comunicación se han nucleado inversores contradictorios y a veces ajenos a los intereses de una empresa de comunicación. De esta manera se corre el peligro de desnaturalizar el principio mismo de la responsabilidad social del periodismo.
Una vez el gerente de una publicación donde trabajé me dijo que gerenciar un medio de comunciación era lo mismo que hacerlo con un frigorífico y yo le contesté que lo mque pasaba es que el creia que nosotros, los periodistas, producíamos chorizos en lugar de información.
El sociólogo francés Dominque Wolton dijo en el seminario de Clarín que aunque los medios sean un contrapoder indispensable, ya que informan y critican, no es seguro que sean realmente un cuarto poder como se ensayó desde EEUU y puso como ejemplo el caso de la periodista de The New York Times, Judith Miller que estuvo encarcelada por no revelar sus fuentes ante un tribunal.
En este contexto hay por lo menos dos cosas en juego que deben ser tenidas en cuenta:
1) Reafirmar la libertad de prensa. Los periodistas somos eslabones indispensables pero frágiles.
2) No hay libertad de información sin reflexión sobre las contradicciones del oficio. Los periodistas no siempre somos caballeros blancos de la libertad, el derecho y la información. Tenemos nuestras lacras y sobre eso también debemos hablar.
Ahora, ¿cómo hacer para no perder lectores, para sumar a los jovenes a la lectura de la prensa, por dónde caminar?.
Estas son las preguntas que nos hacemos todos los días y hay varias respuestas pero una sola certeza: trabajo, mucho trabajo y también procurando formarse, estudiar, no engordarse en la redacción con las asentaderas pegadas a la silla y la oreja roja por el teléfono. Hay que salir a la calle, mirarle la cara a la gente.
No hay que creérsela porque el político o el artista de moda nos saluda. Somos saludados y tratados de tu a tu porque saben que hoy le podemos servir, que alguna vez van a acudir a la redacción por esa fotito, por esa notita, por esos minutos de chupete electrónico.
Y en esto tenemos culpa los periodistas. Qué agenda manejamos, ¿estamos cerca de la gente o subestimamos constantemente su inteligencia?
¿Cuán cerca estamos de sus problemas? Humanizamos la noticia o solo damos la declaración fría de un burócrata del gobierno. La agenda de los informativos de televisión del mes de agosto se la pedí a la Consultora Sudamericana que maneja un software sobre la fijación de la agenda mediática. La suma de los minutos diio que las noticias giraron sobre temas del Poder Ejecutivo, el Parlamento, la populariad del presidente, etc. La gente, bien gracias.
Si no cambiamos estamos fritos, será la gente, los ciudadanos, los que tomarán por asalto las redacciones con sus blogs, con sus cámaras digitales en los celulares. Hoy cualquiera tiene a su alcance instrumentos poderosos para informar.
¿Qué pasó en ocasión de los atentados en los subtes de Londres? Ante la sequía informativa oficial los usuarios de internet se convirtieron en periodistas. Sacaron sus fotos, las mandaron a sus medios confiables, rompieron el hielo informativo, influyeron en la información, fueron, en fin, parte de la historia.
Hoy la prensa corre peligro por la pérdida de lectores, los jovenes no leen diarios y no porque se lea menos, sino de manera diferente. Si alguien dice que los jovenes, los adolescentes leen menos, que me expliquen como es que Harry Potter se convirtió en un éxito de ventas en el mundo entero, y no son novelitas de 60 páginas sino de hasta 700 páginas. Se sigue leyendo, hay abundancia de lugares donde leer ademas de los diarios. Entonces ¿qué es lo que pasa para que no lean diarios?. Es que nos estamos alejando de nuestros lectores. Cómo le puedo pedir a mi hija de 13 años que lea un diario si las notas son largas y hablan de algo así como que “el dirigente del MPP dijo que …, o el senador fulano de tal aseguró que…, o se habla otra vez del nunca aclarado crimen del químico chileno Eugenio Berrios”.
Debemos recuperar la vitalidad, la sorpresa. Debemos celebrar un nuevo contrato con los lectores, con nuestros lectores, los actuales y los que vendrán. Hay que salir de la siesta pueblerina, levantar las losas del aburrimiento con que nos someten todos los días viejos propietarios anacrónicos que se resisten a cambiar, que piensan que sus “épicas batallas” son las nuestras y peor aun, que son de los lectores.
En los periódicos lo podemos hacer, los periodistas lo podemos y lo debemos hacer: es cierto, en Internet hay de todo, se puede leer de todo, pero es caótica y los que sabemos ordenar ese caos y ese caudal informativo somos los periodistas. Como dijo el editor brasileño Jayme Sirosky “los diarios sabemos ordenar la información y son fáciles de consultar, incluso en el baño”.
Quiero culminar esta exposición citando a un periodista argentino, sin glamour y sin mucha prensa: Pepe Eliaschev. Dice Pepe “el periodismo es un espinoso entramado de arbitrajes complejos: anunciantes publicitarios, exigencias empresarias, control gubernamental, presión política, dogmas confesionales, soberbia judicial, no hay manera de evitar que el periodismo se ejerza inmune a las tentaciones manipulativas de quienes pueden sentirse afectados o necesitados de los productos de la comunicación.
El periodismo debería ejercerse como parte de un minucioso intento por respetar la soberanía del lector, del oyente, del televidente, un pundonoroso ejercicio de serenidad, prudencia y ancha cobertura del siempre vasto mundo de los interrogantes. Requiere también sencillez y frugalidad emocional: no cambia el mundo ni altera la vida, no es una religión, ni tampoco una ciencia. Es un oficio digno, necesario y, en algunos casos, apasionante”.
Muchas gracias.
jueves, octubre 13, 2005
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