miércoles, abril 03, 2002

Miedo

Tengo miedo. Todos tenemos miedo. Cada vez que enciendo la radio, prendo la televisión, leo los diarios o me zambullo en internet, la nota dominante es la situación en Medio Oriente.
Se me podrá decir: ¿Pero de qué hablas, si el problema es entre israelíes y palestinos?, o ¿En qué nos afecta a nosotros, los uruguayos, que estamos a 20.000 kilómetros de distancia esa guerra?
Pero hoy, en este mundo globalizado, no hay distancias y esta guerra en el Medio Oriente está tan cercana a nosotros como lo estuvo el atentado a las torres gemelas. Las cosas suceden ahí cerca, a un click del mouse. Por eso quiero repetir que tengo miedo, miedo por este futuro que se nos presenta tan sombrío y tan complejo.
En esta guerra ya desatada es difícil saber quién es más o quién es menos culpable. Las cosas claras: ni el premier israelí Ariel Sharon es un ingenuo, ni el líder palestino Yasser Arafat es un héroe. Pero, lamentablemente, ellos y el gobierno de los Estados Unidos tienen las llaves para bajarle la intensidad a este conflicto que tiene a todo el mundo al rojo vivo. Un conflicto en el que no hay reglas y donde lo más atemorizante es esa forma de guerra inhumana y perversa que usa a hombres y mujeres suicidas. Ayer, estos suicidas acabaron con la torres gemelas en Nueva York. Hoy, siembran el terror en la sociedad israelí y no hay nada que indique que uno de los blancos pueda estar aquí, a la vuelta de la esquina, a 20.000 kilómetros de distancia, en un país que aparentemente no tiene nada que ver con lo que pasa en Medio Oriente.
¿Es que no hay nadie que ponga un poco de racionalidad en esto? La verdad es que me pregunto si el gobierno de Israel cree posible que desaparezcan los hombres y mujeres bomba si Arafat sigue virtualmente prisionero en sus oficinas o si desaparece del mapa.
Por ahora hay dos cosas que parecen estar claras. Una, que hoy Arafat ya no controla esta incandescente situación y que encima se ha atizado el fuego para que ahora haya suficientes jóvenes palestinos dispuestos a inmolarse. Y dos, que la inseguridad para los ciudadanos de Israel es ahora mucho mayor tras la lógica guerrerista lanzada por Sharon.
Es que esta lógica guerrerista, ambientada por unos y otros, sólo engendra más rabia y más violencia. Es por eso que tengo miedo, porque si bien sabemos cómo se inició, quizás nunca sepamos cómo va a terminar.

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