jueves, abril 11, 2002

Meningodiplomacia

"Hace un show de viejo …que no embrome, que no aburra", dijo el presidente Jorge Batlle en Monterrey refiriéndose al presidente de Cuba, Fidel Castro, cuando éste abandonó la reciente cumbre.
"Los gobiernos de Argentina, Uruguay y Costa Rica están dispuestos a agacharse y tienen una posición coherentemente genuflexa a los intereses del gobierno de EEUU", dijo el canciller de la isla, Felipe Pérez Roque, al referirse a la posición que estos países adoptarán el próximo día 16 en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Estas declaraciones encendieron la mecha y pusieron las relaciones entre Cuba y Uruguay en un delicado estado como hace muchos años no ocurría, desde que con la apertura democrática, se reanudaron los lazos rotos en 1964.
El gobierno cubano no se bajó del caballo y Uruguay pidió a su embajador, el escritor Enrique Estrázulas, que regresara al país en consulta.
Además, ayer, miércoles 10, se supo que Uruguay impulsa junto con otros países del continente una declaración que si bien no condena a Cuba por su política de Derechos Humanos, pide que se haga una inspección en la isla.Sobre la base de estos elementos, que son los que se conocen a través de las declaraciones de los actores, es que se formalizó una situación de inédita tirantez entre un gobierno uruguayo, en este caso el que encabeza Batlle y el régimen de Castro.
Las reacciones de las partes en el caso, parecen ser, sin embargo, desmedidas, salvo que intenten usar el enfrentamiento como una cortina de humo para tapar otros problemas que pueden estar agobiando a ambos países.En el caso uruguayo, no cabe duda que al presidente Batlle le viene como anillo al dedo que se hable de la crisis diplomática con Cuba y no de los varios problemas reales que afronta el país.
En lo inmediato, lo que ha ocurrido a nivel interno y estrictamente a nivel político, es la existencia de un previsible alineamiento del Frente Amplio apoyando al gobierno cubano y por otro lado, los partidos tradicionales alineados con el gobierno.
Y en medio de todo, provocando ruido en la comunicación, está el manido tema de las vacunas cubanas contra la meningitis. Un medicamento que Uruguay necesita imperiosamente y que Cuba parece usar, en estos momentos, como un elemento más en este diferendo. De otra manera no se explica el sorpresivo envío de 200 mil dosis de la vacuna, el pasado lunes, en el avión particular de Castro, cuando las mismas se esperaban para dentro de 15 días. Pero más allá del ruido y de los jueguitos menores de si es una donación o que el costo del medicamento va a ser descontado de la deuda que Cuba mantiene con Uruguay; bienvenidas las vacunas.
Bienvenidas las vacunas, porque de verdad no queremos volver a vivir la situación, como la que lamentablemente, y por negligencia de las autoridades uruguayas, tuvieron que sufrir las familias que perdieron a los niños que murieron como consecuencia de la falta del medicamento.
Por eso, me tomo el atrevimiento de usar una carta que llegó a nuestra redacción y que escribió una oyente, Carmen de La Teja, y que resume en sencillas y certeras palabras la perplejidad de una madre ante lo desconocido, ante el peligro. Se pregunta Carmen, a raíz del cuentito (*) que hizo el embajador cubano, Joaquín Alvarez Portela en el marco de una conferencia de prensa, y que leyó Emiliano en este programa, "si no hay un cuentito de las mamás que perdieron a sus hijos con esta enfermedad y escuchan a políticos y periodistas preocupados por cómo se pagan las vacunas y por las relaciones con Cuba". "¡Qué soledad!, ¡qué falta de comprensión que hay!, ¡Cómo cambian los problemas de acuerdo a quien los mire!", dice Carmen.
El anuncio realizado ayer por el ministro de Salud Pública, Alfonso Varela, de que este próximo lunes 15 se inicia en Canelones la vacunación, parece poner las cosas en su lugar y trae, sin duda, tranquilidad ante la pasividad que se vivió en el pasado.
Por eso, bienvenidas las vacunas que pondrán a salvo de la peligrosa enfermedad a miles de niños que no saben de problemas diplomáticos y que requieren, ellos sí, que se les custodien los Derechos Humanos.
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(*) El ejemplo que usó el embajador Alvarez por el diferendo existente sobre si la vacuna es una donación o será descontada de la deuda que Cuba mantiene con Uruguay fue el siguiente: "Tú le debes a otra mamá mil pesos. Pero ustedes se siguen viendo y se siguen saludando. Un día, a esa mamá se le enferma un hijo y tiene que darle un medicamento, un medicamento que tú tienes porque te quedó una reservita. 'Yo tengo una tabletita que me queda. No te las doy todas porque tengo que reservarme para mi hijo. Pero estas te las voy a regalar, toma', le dices. La otra mamá te responde: 'Descuéntamelo de la deuda'. Eso no lo hace una mamá. Porque antes está el hijo. Lo otro es metalizarse. O tiene otro objetivo, que es minimizar el gesto que has tenido".

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