viernes, agosto 19, 2005

¿Están preparados los países para que las FFAA se encarguen de la seguridad interna?


¿Están preparados los países para aceptar que sus Fuerzas Armadas cumplan un papel no tradicional y se encarguen también de la seguridad interna? ¿Están preparadas y formadas las Fuerzas Armadas para aceptarlo y cumplir ese papel? Estas preguntas son las que intentaremos responder con esta breve ponencia y la vez disparar el debate sobre este asunto.
El tema se me volvió a plantear en mi estancia en los Estados Unidos, en la ciudad de Washington, al participar, durante tres semanas, del curso de Planificación y Administración de Recursos de Defensa organizado por el CHDS en la National Defense University.[1] En efecto, si bien la idea no es nueva, en el propio curso se debatió varias veces sobre el tema, además de que el mismo está en la agenda noticiosa un día sí y otro también.
El punto surge a partir de la creciente inseguridad en las sociedades latinoamericanas por la acción del crimen organizado, en algunos casos, o el accionar de las pandillas, conocidas como Maras, que asuelan gran parte del territorio de América Central y del Norte. Esto último ha llevado al Congreso y al FBI de los Estados Unidos a definir que el accionar de las Maras se ha transformado en una nueva amenaza para su seguridad interna [2] y, por añadidura, para todo el hemisferio.
El propio territorio de los Estados Unidos vive el fenómeno de las pandillas o Maras y también del crimen organizado en populosas ciudades como, por ejemplo, Los Ángeles, Nueva York y Washington.
Este fenómeno de la inseguridad, ¿es algo aislado o deviene de un estado de cosas vinculado a variables de tipo socioeconómicas? Un estudio, realizado por cientistas sociales mexicanos, da cuenta que hay relaciones entre esas variables y el surgimiento de pandillas. En particular, señalan que existen datos que confirman la relación entre educación, ingreso familiar, hacinamiento de familias en los hogares, estado de la infraestructura del barrio -léase calles, higiene, saneamiento acceso a servicios, etc.-con el surgimiento de estas pandillas. Algunos datos parecen particularmente significativos: tomando en cuenta en conjunto las investigaciones realizadas en comunidades de Guatemala, Honduras y El Salvador, en sitios donde hay actividad pandillera, el promedio de años de escolaridad es de 4,33, mientras que en los lugares donde las Maras no son un problema es de 5,41. El ingreso promedio de las familias que viven en comunidades afectadas por los mareros es de 257 dólares, pero en comunidades donde no hay actividad de las Maras es de 320 dólares. En estos países, en los sitios donde hay Maras se registra un índice más alto de hacinamiento en las viviendas y padecen calles y otras obras en mal estado.[3] Son datos para poner atención en este Cono Sur, donde a caballo de la crisis económica financiera de 2002, la inseguridad se ha incrementado exponencialmente.
El problema no es fácil de arreglar y, de no mediar soluciones de fondo, como una lucha frontal contra la pobreza, es dable esperar que este tipo de banda, como las Maras, que logran atraer y darle una función en la sociedad a sus integrantes, haga carne en nuestros países. Ya hay, sin embargo, algunas luces de alerta: los llamados “secuestros express” son algunos de esos hechos sobre los que las autoridades han puesto su atención.
Traigo aquí a colación lo que dijo al diario Clarín Juan Pegoraro, profesor titular de la cátedra de Delito y Sociedad de la Universidad de Buenos Aires: “Si los chicos que hoy están creciendo en los barrios marginales de Argentina no adquieren un capital social, no se los ciudadaniza, en diez años podríamos tener acá el fenómeno de Centroamérica y México".[4] Desde otro enfoque, el jefe del Comando Sur de los EEUU, el general Bantz Craddock, advirtió que las pandillas urbanas centroamericanas "ya son una amenaza continental".[5]
¿Estaremos, entonces, ante una nueva versión de terrorismo que amenaza la seguridad interna de los Estados Unidos? ¿O es simplemente una excusa para desarrollar el planteo del gobierno del presidente George Bush de promover roles no tradicionales para las Fuerzas Armadas, dedicándose éstas a la seguridad interna, esto es militarizando a la policía y empujando a las Fuerzas Armadas fronteras adentro de cada país?
El general de cuatro estrellas James T. Hill, ex jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, para justificar esta posición del gobierno de su país dijo en una entrevista al periodista Andrés Oppenheimer: “Latinoamérica es la región menos militarizada del mundo siendo la más violenta". Agregó: “yo sugiero que como los países no pueden mantener Fuerzas Armadas y de seguridad del tamaño que necesitan, deben elegir qué clase de fuerzas de seguridad quieren, cómo lograrlo, cómo organizarlas, pagarlas, entrenarlas y dirigirlas”. Sigue Hill: “Si usted tiene unas Fuerzas Armadas de 100.000 hombres y solo 15.000 policías, pero la mayor amenaza es el crimen urbano, ¿necesita 100.000 militares o 75.000 policías? Como no puede mantener a ambos yo sugiero tomar algunos de esos militares y reentrenarlos para ser policías”.[6]
En una reciente entrevista con Clarín, el ministro de Defensa argentino, José Pampuro, reveló que existía "presión" de EEUU para que las Fuerzas Armadas de la región se involucraran de manera directa en temas de seguridad. "Es un criterio que impulsan básicamente Canadá y los Estados Unidos", aclaró, refiriéndose al modelo de las Guardias Nacionales de Panamá y Guatemala. Nadie lo desmintió y poco después, el 24 de junio, se conoció en Washington la existencia de un documento del Pentágono titulado "Estrategia para la defensa del territorio y el apoyo a civiles", que dice que las FFAA deben estar listas para intervenir en caso de ataques terroristas múltiples contra el territorio estadounidense.[7]
Simultáneamente, el gobierno de los EEUU agita una nueva amenaza para su seguridad interna: los demagogos populistas o radicales de América latina cuya versión más acerada e irritante para George Bush es Hugo Chávez (Fidel Castro ya está viejo y para el Departamento de Estado parece ser un caso perdido) y que, según el Departamento de Defensa, pueden ser capaces de coordinar acciones con las pandillas, el narcotráfico, la Maras, el terrorismo islámico.
La síntesis es que existe un esquema del Pentágono que procura de que en nuestros países haya una coordinación efectiva entre ejércitos y policías para actuar en la seguridad interna, englobándose esto en un programa de "guerra contraterrorista" para lo cual EEUU ofrece la asistencia técnica y logística del Comando Sur.
Sin embargo, esta aspiración de los EEUU choca con las preguntas que se hacen los propios gobiernos latinoamericanos, y también las FFAA; preguntas que para jerarcas del gobierno de los EEUU como Roger Pardo Maurer "son cuestiones tendenciosas".[8]
En resumen estos cuestionamientos son: ¿Qué está haciendo EEUU, el mayor mercado del mundo para detener el consumo de sustancias narcóticas? ¿Qué está haciendo EEUU para evitar que los cárteles de la droga no depositen sus dineros mal habidos en las instituciones bancarias de ese país? ¿Qué está haciendo el Ejército de los EEUU frente a sus propios problemas, con sus Maras, bandas o pandillas?
El debate está sobre la mesa y a dos puntas. Una se refiere a qué Fuerzas Armadas requiere cada país y, si es posible, cambiar el uniforme verde por el azul para dar seguridad interna, y el otro, si se considera como algo probable la coordinación de las Fuerzas Armadas y las policías de la región.
En nuestro país, Uruguay, hay resistencia a cambiar el rol de las Fuerzas Armadas, y no sólo desde el ámbito civil sino también de parte de las propias Fuerzas Armadas porque, entre otras cosas, no están formadas para actuar en ese campo. Una de las pocas experiencias llevadas adelante en ese terreno ha sido la decisión del gobierno de encomendarle la tarea de encargarse de la custodia perimetral de dos centros de reclusión y el resultado no ha sido el mejor.
Permítaseme señalar, además, otro aspecto que no es menor: en la mayoría de nuestros países, el sólo pensar que los militares podrían volver a ocuparse de la seguridad interior eriza la piel. El único país donde actualmente las FFAA tienen un papel activo en la seguridad interior es Colombia, donde la guerra contra el narcotráfico incluye el combate a las FARC. [9]
En nuestros países del Cono Sur, por el contrario, sigue planeando el vuelo del Cóndor; el siniestro plan de coordinación represiva llevado adelante cuando las dictaduras campeaban en estos países y tenían el apoyo irrestricto de los sucesivos gobiernos de la ahora primera potencia del mundo, y que sólo le preocupaba tener su "patio trasero" bien cuidado y en silencio.
[1] Curso de Planificación y Administración de Recursos de Defensa. Abril 4 a 22 de 2005. National Defense University, Washington Dc.
[2] Diario La Vanguardia, sección Internacional. Informe de Ana Barón. “Las bandas latinas aterran a los norteamericanos”. 27/05/05

[3] Taller sobre la violencia y las pandillas (Maras) juveniles. Seminario Organización Panamericana de la Salud, Washington DC. Diciembre 2004

[4] Diario Clarín, sección Zona. Informe de Gustavo Sierra. "En diez años podríamos tener el fenómeno acá". 12/06/05

[5] Washington Office on Latin America. Testimonio del General Bantz Craddock, Comandante en Jefe del Comando Sur de Estados Unidos, 9 Marzo 2005

[6] 7 de noviembre de 2004. Programa televisivo “Oppenheimer presenta”.
[7] El diario “The New York Times” basa su informe en un documento de unas cuarenta páginas titulado “Estrategia para la defensa del territorio y el apoyo a civiles”, y publicado en su sitio Web. Este documento fue aprobado el 24 de junio por el secretario adjunto de Defensa, Gordon England.

[8] 7 de noviembre de 2004. Programa televisivo “Oppenheimer presenta”.
[9] Apuntes del autor,”Del Cóndor a la Marabunta”. Diario La República. Antonio Ladra.

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